Qué hacer para enseñar a leer y a entender mejor.

15.12.2011 17:44

 

El desarrollo de la competencia lectora requiere una actividad continuada y deliberada a lo largo de un tiempo suficiente.

 

No se puede decir que el alumnado de Bachillerato no haya leído, pero sin embargo tienen deficiencias en la comprensión y dificultades para el estudio. Aparte de lamentarnos, necesitamos conocer qué destrezas están implicadas y cuáles son las ayudas que hemos de proporcionar para que esas destrezas se desarrollen, y por supuesto, reclamar al alumnado un mayor nivel de autoexigencia.

 

En la evaluación de la comprensión lectora de PISA se entiende como “la capacidad de comprender, utilizar y analizar textos escritos para alcanzar los objetivos del lector, desarrollar sus conocimientos y posibilidades y participar en la sociedad.

En primer lugar, saber leer implica el dominio de unas operaciones psicológicas: reconocimiento de las palabras y construcción de ideas básicas.

En segundo lugar, saber leer implica disponer de los recursos necesarios para resolver los problemas que se presentan en el procesamiento de la información. Algunos son: inferir el significado de una palabra por el contexto de lo ya leído, o anticipar las nuevas informaciones a partir de las pistas que el texto nos da.

En tercer lugar, entender un texto significa algo más que procesar información. Un lector competente es quien sabe tomar conciencia del contexto.

En cuarto lugar, un lector competente es el que es capaz de utilizar lo leído para resolver tareas o problemas. En el ámbito académico, esta capacidad implica, reutilizar la información de acuerdo con los objetivos propios, o componer un texto a partir de otro usando códigos verbales y no verbales, etc.

 

Antes de exponer criterios para la enseñanza de la competencia lectora, tendremos en cuenta investigaciones realizadas por el grupo LEAC (2008), el cual llega a las conclusiones como éstas: las tareas de lectura y escritura que realizan los alumnos con mas frecuencia son tomar apuntes, leer un texto y subrayarlo, leer un texto y contestar las preguntas y leer un texto y elaborar un resumen; las tareas menos frecuentes son elaborar un ensayo o escrito de opinión sobre un tema, leer dos o más textos y leer dos o más textos y elaborar una síntesis; finalmente las tareas que los alumnos consideran más útiles para aprender son las que afirman hacer con más frecuencia.

 

Los alumnos valoran como más útiles aquellas tareas que más los ayudan a prepara los exámenes o las pruebas a través de las cuáles los profesores acostumbran a evaluar el resultado de su aprendizaje.

 

Lo que ocurre en la aulas de Lengua, demostrado con la investigación de Grupo Gr@el (2008). Este análisis revela que los textos usados para las actividades de lectura son generalmente literarios y, excepcionalmente, periodísticos; que las actividades se centran en la comprensión literal, en la interpretación del código, la ampliación del vocabulario y finalmente, que las preguntas suelen ser de respuesta cerrada y unívoca.

 

Tendríamos que poner énfasis en algunos criterios para la enseñanza de la compresión lectora: se aprende a leer para satisfacer necesidades de diferentes clases, la lectura de textos para aprender es responsabilidad del conjunto del profesorado, la educación literaria implica aprendizajes de habilidades y estrategias de lectura específicos, aprender a leer requiere destrezas, pero sobre todo estrategias, los alumnos necesitan “ver” cómo se producen los procesos de comprensión y leer ha de tener sentido para el alumnado.

 

PISA tiene como finalidad evaluar el resultado de los sistemas educativos de los países participantes en cuanto al rendimiento de los alumnos. Es pues, un instrumento de evaluación, no una propuesta de enseñanza. Se confunde enseñar con evaluar. Para enseñar a comprender un texto el camino es enseñar a hacerse preguntas sobre el texto a partir de los propios objetivos de lectura.


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